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EL ORIGEN DEL HORROR: EL IMPRESENTABLE ADOCTRINAMIENTO DE LOS MILITARES CHILENOS EN LA MACABRA ESCUELA DE LAS AMÉRICAS DE EE.UU.

28.10.2018 02:33

El origen del horror: El impresentable adoctrinamiento de los militares chilenos en la macabra Escuela de las Américas de EE.UU.

 

Paradójicamente, han sido los gobiernos de los presidentes "socialistas", Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, los que más oficiales han enviado a "capacitarse" en técnicas de tortura, exterminio y "guerra interna" contra sus propios compatriotas.

 

La irrupción de la Revolución Cubana en el mapa político mundial, en 1959, es el punto de partida de esta historia. Es en ese crucial momento histórico, cuando los militares estadounidenses ponen en marcha una ofensiva casi desesperada destinada a “afianzar” y “fortalecer” su relación con los ejércitos latinoamericanos.

El detalle lo entrega el periodista Manuel Salazar en el libro “Contreras: La historia de un intocable”, una de las mejores investigaciones periodísticas sobre la DINA y sus tentáculos represivos. Allí, el profesional señala que “en muchos casos, (los norteamericanos) empezaron a condicionar su ayuda económica y apoyo técnico a la presencia de misiones militares en las naciones del sur”.

Así, añade Salazar, entre 1960 y 1962, los militares norteamericanos consiguieron tener representaciones en 19 países, redoblando además los programas de asistencia, denominados PAM (Military Assistance Programs), que comenzaron a ser conocidos en Chile desde 1953. Incluso, indica la investigación, existieron en nuestro país batallones con ese nombre (PAM) dotados enteramente con elementos bélicos procedentes de Estados Unidos.

“La ayuda era coordinada por el Comando Sur, uno de los cuatro centros de mando de las fuerzas armadas estadounidenses, cuya sede fue trasladada a la zona del Canal de Panamá, en 1963”, agrega el texto de Manuel Salazar, que detalla que el grueso de la ayuda militar norteamericana se encauzó, entre 1963 y 1966, a Chile y Argentina, con 69,5 y 56,1 millones de dólares, respectivamente.

Y aquí aparece el punto crucial: “La influencia estadounidense se apreció además en el abrupto aumento de los cursos destinados a aspirantes militares extranjeros, conocidos como FMT (Foreign Military Trainees). Una de las escuelas más célebres fue la US Army School of the Americas (Usarsa), creada en 1963, en Fort Gulick, donde, en portugués y en español, se dictaban cursos de ideología anticomunista y doctrinas contrasubversivas”.

Estas escuelas, ubicadas en territorio estadounidense, eran mixtas y otorgaban un “prestigio” a los oficiales latinoamericanos que acudían a ellas. Cuenta Salazar en su libro: “En Chile, cualquier aspirante al alto mando, ya fuese del arma de Caballería, de Ingeniería, de Infantería o Artillería, prefería, obviamente, ir a Fort Leavenworth, al Inter-American Defense College, a Fort Clayton o a Fort Benning, en Georgia”.

Así, tras años de silenciosas “capacitaciones”, los alcances de esta “formal” instrucción militar aparecería, con macabra frialdad y crueldad, en el momento en que, uno a uno, los países del cono sur comenzaron a ser asolados por golpes militares ávidos de poner en práctica las enseñanzas de sus “maestros” norteamericanos.

En el caso chileno, en ese listado, identificamos un nombre clave: Manuel Contreras. El cerebro de la DINA fue uno de los tantos oficiales que viajó a EE.UU. a “capacitarse”, llegando en el año 1967 a Fort Benning, para realizar el curso de post grado de Estado Mayor.

En este punto, agrega Salazar en su trabajo de investigación: “Hasta la década de los años 60 no se hablaba en el Ejército de Chile de la Inteligencia como función primaria del mando. Existía sólo el Servicio de Informaciones, en esa calidad (…) La creciente influencia estadounidense en los ejércitos americanos indujo a los mandos a transformar este Servicio de Informaciones, otorgándole la función de Inteligencia”.

“La guerra de Vietnam hizo que los estadounidenses redoblaran sus recomendaciones y entonces, en el Estado Mayor del Ejército chileno, se empezó a mirar con preocupación los brotes subversivos (…) por tales razones, los cursos de inteligencia empezaron a incluir temas como la subversión y la contrasubversión, y, con no pocas dificultades, se comenzó a infiltrar personal militar en entidades estatales como Corfo, Cora, Indap y en algunos ministerios”, añade el texto del periodista Manuel Salazar.

Las consecuencias de este trabajo son, a estas alturas, ampliamente conocidas. A partir del 11 de septiembre de 1973, las “capacitaciones” realizadas por los militares norteamericanos a sus pares chilenos posibilitó la implementación de la más brutal maquinaria de terrorismo de Estado conocida en Chile, responsable de miles de muertes, desapariciones y torturas.

Pero, ¿qué queda hoy de todo este macabro episodio? ¿Siguen nuestros militares siendo adoctrinados y “capacitados” en la aplicación de estas brutales técnicas de muerte, tortura y terrorismo? La respuesta, lamentablemente, es sí. Todo sigue igual. A pesar del fin de la guerra fría y el exterminio físico de la combativa clase obrera chilena -el intratable miedo atávico de la élite nacional-, los militares chilenos siguen asistiendo a estas escuelas como si nada hubiera pasado.

Y, paradójicamente, han sido los gobiernos de los presidentes “socialistas”, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, los que más oficiales han enviado a EE.UU. con estos fines ya señalados.

Según datos recabados por el portal estadounidense Just The Facts, respaldados en cifras oficiales del programa Direct Comercial Sales (DCS), del Departamento de Estado norteamericano, el mayor salto de alumnos en el período 1999-2012 se produjo durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos (de 2 a 159 efectivos en el año 2001), alcanzado un récord durante la primera administración de Bachelet, con un total de 585 viajes de instrucción.

En ese sentido, los nexos de Bachelet con las ramas castrenses de Estados Unidos se afianzaron en 1997, cuando la ex presidenta hizo un curso superior sobre defensa continental en el Colegio Interamericano de Defensa, ubicado en Washington DC. De este mismo organismo se recibió el militar ecuatoriano Lucio Gutíerrez, cómplice del fallido golpe de Estado contra Rafael Correa en 2010.

Así durante su primer gobierno, Bachelet estrechó los lazos militares con el Comando Sur de Estados Unidos, permitiendo que el militar chileno y activo agente de la CIA, José Miguel Pizarro, usara recintos de la Armada de Chile para entrenar a paramilitares de la empresa privada Blackwater, para ser enviados, posteriormente, a Irak y Afganistán.

Según el sociólogo James Petras, Bachelet fue la “seguidora más enérgica” de EEUU al “enviar a Haití una fuerza expedicionaria militar para que ayudara en las tareas de represión de los partidarios del Presidente democráticamente electo Bertrand Aristide”. En dicha campaña, “400 soldados chilenos armados hasta los dientes patrullaron las miserables calles de Puerto Príncipe en apoyo del régimen títere impuesto por Estados Unidos”.

Asimismo, a fines de 2017, y apelando a la Ley de Trasparencia, el Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas en Chile dio a conocer los recursos y la cantidad de contingente que las Fuerzas Armadas siguen enviando al centro de entrenamiento: entre 2012 y 2016 se entrenaron más de mil militares chilenos, convirtiéndose Chile en el segundo país después de Colombia que más personal envía a esta escuela de formación en técnicas de tortura, inteligencia y contrainteligencia.

El vocero del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas en Chile, Pablo Ruiz, denunció en ese momento que la subsecretaría para las Fuerzas Armadas sigue entregando decretos de autorización para asistir al lugar donde los militares chilenos son adoctrinados bajo las orientaciones políticas y militares del Ejército de los Estados Unidos.

“En muchos sentidos, las Fuerzas Armadas siguen teniendo una autonomía enorme para tomar decisiones que debería tomar el Ejecutivo, porque en este caso obviamente existen intereses involucrados. Es erróneo seguir insistiendo en estos compromisos con los Estados Unidos conociendo la historia de nuestro país, donde existe un vínculo estrecho no sólo por el entrenamiento que recibió la DINA y la CNI, sino que también la historia demostró que la CIA y el gobierno de dicho país hicieron todo lo posible para que se terminara con la democracia chilena y se llegara a un golpe de Estado”, explicó Ruiz a la radio de la U. de Chile.

Por su parte, Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), precisó que por años se han reunido con las autoridades políticas de turno para plantear el término de esta especie de asociación con las fuerzas armadas del país norteamericano. La dirigenta aseveró que es un retroceso, en pleno siglo 21, seguir enviando militares nacionales a la Escuela de las Américas, ubicada en Georgia.

“Ellos están preparados no para la defensa de las fronteras del país, sino que para la lógica de perseguir al pueblo organizado. Por años nos hemos reunido con los ministros de Defensa de distintos gobiernos, hemos exigido no más envíos de uniformados a la escuela por lo que significa, una lógica del enemigo interno, la tortura. Para nosotros esto es un retroceso”, afirmó Lira.

Según datos proporcionados por el Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas, el costo y gasto anual para el Estado en este propósito, en el periodo 2015 al 2017, fue de casi dos millones de dólares, situación que el diputado Hugo Gutiérrez califica como “impresentable”.

“Es totalmente inaceptable e impresentable que sigamos enviando militares para este tipo de adiestramiento. Creo que esas platas salen del Estado chileno y no del país norteamericano, en consecuencia, creo que es posible que el Presupuesto destinado para estos fines puede reducirse a un peso y ahí terminar con la vocación de uniformados de tener este entrenamiento para la guerra interna”, expresó el legislador comunista.

Así, hasta el 2017, se calcula que Chile ha enviado a más de siete mil militares a este “centro de entrenamiento”, donde, como hemos visto, han sido instruidos verdaderos monstruos como Manuel Contreras, Miguel Krassnoff y Raúl Iturriaga Neumann, responsables de las más horrorosas violaciones a los Derechos Humanos de los que se tenga registro en nuestro país.

* El Ciudadano

PRISIÓN Y TORTURA: LA BITÁCORA DEL DOLOR A BORDO DE LA ESMERALDA

27.10.2018 02:25

Prisión y tortura: la bitácora del dolor a bordo de la Esmeralda

Seis sobrevivientes de prisión política y tortura entregaron sus testimonios a bordo del Buque Escuela Esmeralda en una diligencia realizada por el Ministro Jaime Arancibia el día martes 23 de octubre del 2018, en el marco de la investigación de ocho denuncias por torturas ocurridas a bordo del barco. Dicho procedimiento duró alrededor de dos horas, iniciándose alrededor de las 10 de la mañana.

A unos cien metros desde la entrada del molo de abrigo se encontraba atracada la “Dama Blanca”, y los seis ex prisioneros políticos, cinco hombres y una mujer, esta vez subieron a bordo en calidad de testigos, para confirmar en esta visita ocular las declaraciones entregadas al Ministro Arancibia, recorriendo los distintos lugares del Buque Escuela Esmeralda donde estuvieron detenidos, fueron interrogados y sometidos a torturas, como ellos mismos denuncian, hace 45 años atrás.

El exagerado tiempo transcurrido desde la ocurrencia de los hechos investigados son una señal objetiva de la impunidad de que han gozado quienes cometieron horrendas violaciones de derechos humanos. El dicho popular “la justicia tarda pero llega” es muy certero en esta oportunidad y esto se debe – y es importante resaltarlo – al coraje, la dignidad y la rectitud profesional con la que ha actuado el Ministro Arancibia, que no ha dudado en buscar la verdad y la justicia, utilizando las armas del Derecho, más allá de las limitaciones y dificultades que pueda haber encontrado en este camino.

En la cubierta del Buque Escuela Esmeralda fueron entregados los primeros testimonios, para seguir luego recorriendo pasillos estrechos, escaleras empinadas, recovecos y espacios más amplios, mientras se percibía en el ambiente una templada sensación de humedad, un leve olor “azumagado” (a humedad), a medida que se descendía bajo la cubierta.

El Ministro Arancibia junto a sus Actuarias acompañaba a las víctimas en este recorrido, mientras un equipo del Departamento de Derechos Humanos de la PDI realizaba detallados registros audiovisuales de la diligencia.

La Enfermería con sus seis camas distribuidas en res literas de dos puestos cada una, el pabellón quirúrgico, los dormitorios de los guardiamarinas, la sala de máquinas, la cámara de oficiales y otros sectores del barco, fueron señalados por los testigos en este reconocimiento ocular, bajo la atenta y profesional conducción del Ministro, entregándole detalladas descripciones de sus vivencias a bordo, con relatos cargados de emociones que no podían ser controladas por los ex presos y presas al volver a pisar los lugares concretos en donde sus vidas cambiaron para siempre, un lejano septiembre del año 1973, reviviendo momentos tremendamente dolorosos sufridos en situaciones de indefensión absoluta. Los rostros de algunos jóvenes marinos que presenciaban la diligencia, aún cuando se percibía que trataban de permanecer neutrales, no podían esconder la conmoción causada mientras escuchaban los relatos. Ser testigo presencial de las situaciones narradas en primera persona, por parte quienes padecieron situaciones dolorosas y vejatorias, estremecen los cimientos emocionales de cualquier ser humano.

El primer testimonio fue entregado por Sergio Vuscovic Rojo, Alcalde de Valparaíso hasta el 11 de septiembre de 1973, quien con sus 88 años de edad, aun cuando se apoyaba con un bastón para caminar, mostró una firmeza y lucidez admirable durante toda la diligencia. Luego continuaron entregando sus testimonios los otros cuatro varones y la única mujer presente en este trámite judicial, María Teresa.

Si bien se han producido algunos cambios y remodelaciones al interior del barco, como por ejemplo la separación del dormitorio de los guardiamarinas para albergar a mujeres y hombres, los testimonios entregados por los ex prisioneros y prisioneras políticas fueron concordantes y permitieron corroborar las declaraciones entregadas por ellos ante el Juez.

María Teresa, todavía visiblemente emocionada al término de la diligencia, al dejar atrás el molo de abrigo y la Esmeralda, expresó: “Yo dudé en venir, ya que después de los careos que he tenido he quedado muy mal, pero mi esposo me dio mucha fuerza para enfrentar esto. Además, y esto quiero destacarlo, el Ministro Arancibia es una persona muy humana, generosa y sencilla. Imagínate que hace poco tiempo fue operado de las caderas y se desplazaba de un lugar a otro bajando y subiendo escaleras, escuchándonos muy atentamente. Para mí la visita a la Esmeralda fue un trámite doloroso, pero muy positivo.”

La diligencia judicial realizada en el Buque Escuela Esmeralda constituye un hecho histórico, que proporciona una nueva pieza al rompecabezas de la Memoria, en la búsqueda de la Verdad y la Justicia.

La Memoria, a través de todas sus manifestaciones, constituye un acto de resistencia en contra del olvido y de la impunidad.

En las afueras del molo aún permanecía en el lugar un piquete de integrantes de distintas organizaciones de Derechos Humanos y Familiares de víctimas de la represión, que se congregaron allí a partir de las 9,30 de la mañana, los cuales, con lienzos y consignas denunciaban los crímenes de lesa humanidad cometidos por la Armada y al mismo tiempo respaldaban a los compañeros y compañeras que asistieron a complementar in situ las declaraciones entregadas al Ministro Arancibia.

* Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 25 octubre 2018 / El Clarin de Chile

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