ÚLTIMA HORA

CARLOS GODOY ECHEGOYEN: LA LUCHA REVOLUCIONARIA ANTICAPITALISTA, UNA SOLA E INDIVISIBLE

06.05.2019 22:30

Carlos Godoy Echegoyen: La lucha revolucionaria anticapitalista, una sola e indivisible

La memoria de aquellos que cayeron un día luchando contra la dictadura militar chilena, por una sociedad justa e igualitaria, sigue viva entre nosotros. El sábado 4 de mayo, estuvimos recordando la figura de un joven combatiente revolucionario Carlos Godoy Echegoyen, asesinado en la tortura por Carabineros de Chile, luego de ser detenido, junto con otros compañeros, que participaban en una escuela de formación política revolucionaria en balneario de Quintero, en febrero de 1985. Transformándose en el primer mártir de la naciente juventud socialista allendista. Han transcurrido 34 años de aquel luctuoso acontecimiento; actualmente, la juventud socialista ya no es la misma en la que militó Carlos Godoy, ni el Partido Socialista de Chile, tampoco lo es. Este se ha transformado en una colectividad política conforme y obsecuente con el sistema capitalista neoliberal y ha depuesto todas las banderas de lucha instituidas en su fundación hace 86 años.

El entreguismo ignominioso del socialismo actual habría sido repudiado y condenado por Carlos Godoy, como lo han hecho cientos de socialistas a lo largo y ancho del país. También por los militantes allendistas desde la disolución del Partido Socialista Salvador Allende, a comienzos de los años noventa, hasta la actualidad. El PSSA al integrarse al Partido Socialista de Chile (PSCh), traicionó todo por lo que había luchado desde 1985-6, y por lo cual Carlos Godoy entregó su vida. La traición y olvido del socialismo chileno actual no solo con la figura de Carlos Godoy sino de todas y todos los socialistas caídos desde el 11 de septiembre de 1973, teniendo en la figura del Cro. Presidente Salvador Allende su icono más relevante, es patético y vergonzoso.

La memoria socialista está plagada olvidos. Ese olvido ha implicado un marcado y notorio silencio político e historiográfico sobre la historia reciente del Partido Socialista de Chile, en particular y del socialismo chileno, en general, especialmente de los periodos de la Unidad Popular (1970-1973); del periodo de la dictadura (1973-1990) y, por cierto, del actual, la democracia neoliberal (1990-2019).

Si bien, hay diversos y distintos estudios sobre el socialismo post 1973-1990, se observa en relación a las otras colectividades de la izquierda chilena, un desbalance muy evidente. Abundan las historias críticas y apologéticas del Partido Comunista de Chile, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR; del MAPU, etcétera. Sin embargo, la pobreza franciscana, si consideramos la importancia y rol del Partido Socialista de Chile (PSCh) en la formación y constitución de la Unidad Popular como de la participación centralísima que le cupo en el gobierno del presidente Salvador Allende (1970-1973), es sorprendente e inaudita. La ausencia de análisis historiográfico del rol político de los socialistas en los últimos 50 años requiere de un ensayo psicológico explicativo que interrogue sobre el porqué de ese largo silencio.

Siendo el partido del Presidente Allende será, sin lugar a dudas, la colectividad política que va a sufrir las mayores tensiones políticas internas como externas durante el gobierno de la UP. Producto de la histórica tendencia de las y los socialistas a conformar internamente diferentes y contrapuestas corrientes ideológicas y posiciones políticas, la colectividad desarrollará distintos conflictos tanto horizontales como verticales de carácter políticos estratégicos, ya sea, con el Ejecutivo (Presidente de la República), con su Secretariado General y el Comité Central, con sus militancias de bases obreras, campesinas, pobladoras y estudiantiles y, sobre todo, con sus aliados, principalmente, con el Partido Comunista de Chile.

Las marcadas e históricas diferencias y rivalidades políticas e ideológicas entre socialistas y comunistas tensionaron y conflictuaron las relaciones internas del conglomerado gubernamental. Sus tesis políticas sobre el proceso político e histórico abierto con el triunfo popular se expresaron en dos consignas fuertes: “avanzar sin tranzar” de los socialistas y “avanzar consolidando” de los comunistas, tradujeron, en aquella época, lo “revolucionario” y lo “reformista”, respectivamente. Y, al mismo tiempo, ordenaron al resto de los actores políticos del conglomerado gubernamental. Conformándose dos polos, el polo revolucionario y el reformista.

La competencia y rivalidad política, permanente, durante los tres años del gobierno popular, entre estos dos sectores, le resto potencia y cohesión ideológica y política a la “vía chilena al socialismo” planteada por el Presidente Salvador Allende. Quebrando y agrietando la fuerza revolucionaria del proyecto allendista.

Trazo, a su vez, otra gran división política. El proceso de transición al socialismo tuvo dos sendas por donde transitar al interior del Estado capitalista en descomposición. Por un lado, la vía política institucional, propia de los espacios de la democracia representativa: el poder legislativo; y, por otro, la vía del poder popular, que se expresaba en la toma de fábricas, empresas, campos, o sea, en la expropiación directa de la propiedad capitalista, en otras palabras, la desestructuración del poder del capital.

Ambas vías se confrontaron en la historia concreta de los mil días de la Unidad Popular. Y, los socialistas, estuvieron presentes en todas esas conflictividades estratégicas. Lamentablemente, esas cuestiones permanecen hasta el día de hoy en la más plena y total, oscuridad. La historiografía socialista, si es que existe, permanece silente o indiferente a su estudio.

Como consecuencia del derrocamiento del gobierno popular el Partido Socialista de Chile sufrirá una persecución implacable por parte de la dictadura, sus dirigencias y militantes obreros, campesinos, pobladores y estudiantiles serán brutalmente asesinados, encarcelados, torturados y exiliados. Miles de ellos expulsados de sus centros de trabajos y de estudios. La ira y el odio de clase, de la burguesía nacional, golpeó con inusitada violencia a las y los socialistas. No obstante, ellos fueron los principales actores de la defensa del gobierno popular y de resistencia armada al golpe. Los primeros combates del 11 de septiembre de 1973 no solo en La Moneda, sino en diversos lugares del Gran Santiago como en otras ciudades del país, lo protagonizaran militantes socialistas. A pesar de las diferencias políticas y estratégicas con la vía propuesta por el Compañero Presidente, muchos entregaron su vida en defensa de esa propuesta que en su momento calificaron e impugnaron como “reformista”. La lealtad y el compromiso revolucionario socialista era a toda prueba. Legado que entregaron a las generaciones posteriores del socialismo de la cual, por cierto, era heredero Carlos Godoy Echegoyen como también Daniel Medel y tantos otros jóvenes revolucionarios de los años ochenta.

A la represión le siguió la diáspora, la fragmentación y la división interna del PSCh. La cohesión interna del partido estalló en 1979 cuando se produjo la más lacerante división. Los socialistas post 1979 se organizaron en diversas orgánicas partidistas. Se ha llegado a contabilizar cerca de 18 o 20 organizaciones socialistas entre 1979 y 1989, las cuales, a su vez, establecieron su punto de origen en distintos hitos fundacionales del socialismo nacional: unos, en la declaración de principios de 1933; otros, en la declaración de 1947, redactada por el rector de la U. de Chile, Eugenio González; y, algunos, en el veto político del XXII Congreso de Partido Socialista de 1967, más conocido como el Congreso de Chillán. Emergieron socialistas históricos, reformistas, anarco-socialistas, socialistas humanistas, socialdemócratas y revolucionarios.

Los socialistas allendistas se localizaron entre los sectores revolucionarios. Reconociendo en los principios políticos e ideológicos que fundamentaron el Voto Político del Congreso de 1967. Dicho voto político reforzó el carácter revolucionario y marxista-leninista del Partido. Estableciendo, irreductiblemente, el carácter armado de la lucha revolucionaria destinada a superar y destruir la dominación capitalista como única posibilidad real y efectiva para avanzar hacia el socialismo.

El Voto Político de 1967 producto de una corta e intensa radicalización y rebeldía política de las y los socialistas de los años sesenta. Los cuales imbuidos en los principios, preceptos y enseñanzas de la triunfante revolución cubana de 1959 y, de la gesta revolucionaria del Comandante Ernesto “Che” Guevara, buscaron desde ese año hacer realidad: la revolución socialista en Chile.

El camino seguido por el PSCh desde su unificación en 1957 y la construcción de la “vía política institucional” al socialismo formulada por Salvador Allende en la elección presidencial de 1952, dinamizada en la presidencial de 1958, y ampliada y profundizada pero derrotada en las elecciones presidenciales de 1964, era, en opinión de los rebeldes socialistas, una ruta fracasada y sin mayores destinos. Por esa razón, había que construir y organizar un auténtico y verdadero partido marxista-leninista y revolucionario, en donde la opción, por la insurrección armada, o sea, el uso de la violencia política revolucionaria no estuviera descartada ni subordinada a la vía política institucional, sino todo lo contrario. El partido debía estar preparado para enfrentar y responder a las exigencias de la revolución política y social anti-capitalista.

La historia demostró, en septiembre de 1973, que los diagnósticos políticos realizados por los rebeldes socialistas en 1967 (Chillán) como también en 1971 (XXIII Congreso de La Serena), no estuvieron errados. La lucha por el poder del Estado, en la sociedad chilena, se resolvió violentamente. Pero, no por la violencia política revolucionaria sino por la violencia reaccionaria.

La violencia política revolucionaria no tuvo la potencia ni la capacidad ni la fuerza para hacer posible la revolución social en Chile. Tampoco, alcanzó para defender la democracia profundizada y ampliada que había logrado establecer el gobierno de la Unidad Popular. Todo fue arrasado y devastado por la acción de la violencia reaccionaria de las fuerzas del capital tanto internacional como nacional. Las Fuerzas Armadas ocuparon el país, e iniciaron el genocidio popular. Durante 17 años controlaron e impusieron a sangre y fuego la voluntad del capital.

Las y los socialistas como he dicho desde los primeros instantes de la acción reaccionaria se opusieron y resistieron. Sin embargo, sin mucha preparación, con escasas armas y sin contingentes populares amplios y masivos, esa resistencia heroica, por cierto, estaba destinada al fracaso y, rápidamente, la derrota política-militar se hizo presente. Hacia 1979, el PSCh, estaba, completamente, diezmado.

Carlos Godoy Echegoyen, con su familia, había salido al exilio, su nueva patria fue la Cuba revolucionaria. Allí el joven socialista, hijo de Sergio Godoy, militante socialista, de la década de los sesentas y setentas, o sea, de los rebeldes de esos años, no solo se formó ideológica y políticamente, sino que también militarmente. Alcanzando el grado de Teniente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Al poco tiempo de graduarse regreso a Chile y se puso al servicio de la lucha socialista contra la dictadura militar.

Es, interesante observar y tener presente, que, en la corta historia del joven combatiente, 23 años, al momento de su vil y cobarde asesinato, Carlos Godoy Echegoyen, sintetizaba la historia política de toda una generación de socialistas. La generación de los rebeldes de los años sesenta y setentas.

Si bien, Carlos Godoy, tenía cinco años para el Congreso 1967, nueve años en 1971, Congreso de La Serena, y 11 años para el Golpe de Estado de 1973, al exiliarse en Cuba, se formó valórica, ideológica y políticamente en los principios y en la estrategia política-militar que había permitido hacer triunfar a la revolución cubana. Gesta insurreccional, profundamente, admirada por la generación de sus padres. Y, sobre todo, adquirió una concepción política fundamental que, de una u otra manera, buscaron hacer realidad los sectores socialistas que organizaron en 1985 el Partido Socialista Salvador Allende (PSSA), la lucha contra la dictadura y la lucha contra el capitalismo, era una sola, o sea, una lucha política indivisible.

Tanto la Revolución cubana de 1959 como la Revolución sandinista en Nicaragua en 1979, el derrocamiento de los dictadores Batista y Somoza, respectivamente, abrió la ruta para la revolución social anticapitalista. Dicho modelo estratégico también era posible de ser impulsado en la sociedad chilena de los años ochenta. A principios de los años ochenta, la activa movilización social popular en contra de la dictadura pinochetista había abierto una nueva estructura política de oportunidades para las oposiciones prodemocráticas como también revolucionarias.

El PSSA, en diversos documentos entre 1985 y 1989, planteo que la liberación y emancipación del pueblo chileno no pasaba solo por la derrota política del régimen dictatorial y de su institucionalización autoritaria de largo plazo establecida en la Constitución del Estado de 1980, sino que debía procurar que la caída del dictador fuera el momento político propicio para la insurrección social destinada a dar inició a la revolución social anticapitalista. O sea, derrotar y vencer a la dictadura era convergente con el estallido de la revolución social anticapitalista. Por esa razón, el PSSA, se opuso activamente al plebiscitico sucesorio de 1988, y dispuso la preparación política de nuestra militancia para impulsar la insurrección popular en contra de la dictadura en caso de producirse el autogolpe de Pinochet en caso de desconocer los resultados del plebiscito. La estrategia era que impedir la perpetuación de la institucionalización política pinochetista como la continuidad del capitalismo.

Durante cuatro años el Socialismo Allendista, trabajo decididamente en poner marcha dicha estrategia política y militar. Los esfuerzos fueron muchos y los resultados pocos. Pues, sin lugar a dudas, que la escuela de formación política en que iba participar activamente como profesor e instructor Carlos Godoy Echegoyen, era el punto de partida de esa estrategia política. La detención de la mayoría de los compañeros socialistas participantes y, sobre todo, la muerte de Carlos Godoy, freno y obstruyó, de manera total dicha estrategia. En otras palabras, el PSSA, para desgracia de todas y todos los socialistas allendistas, no logró constituirse en la organización política revolucionaria que pudiera hacer realidad la conjugación de la derrota política y militar de la dictadura con el inicio de la revolución socialista en Chile.

A 34 años del asesinato de Carlos Godoy Echegoyen, a 31 de la derrota política del dictador en el plebiscito sucesorio de 1988, a 29 años de la instalación de la democracia protegida autoritaria administrada por la Concertación Partidos por la Democracia y la derecha política, a 28 años, de la disolución del Partido Socialista Salvador Allende, la necesidad política e histórica de impulsar la lucha insurreccional revolucionaria anticapitalista es más urgente que nunca.

La única forma de honrar la memoria no solo de Carlos Godoy Echegoyen, un militante socialista “puro y sincero”, sino también de decenas de compañeras y compañeros caídos es, asumiendo, que la revolución social es y sigue siendo el único instrumento eficaz para que los pueblos puedan liberarse de la opresión capitalista.

Lograr hacer la revolución social, se requiere que los sectores populares se doten de instrumentos políticos adecuados, unificados y cohesionados, pero también de hombres y mujeres comprometidos cabalmente con el proceso de cambio radical que se busca impulsar y que recoja y articule en una plataforma común las diversas y plurales demandas sociales, políticas y culturales que emerjan desde la sociedad en perspectiva revolucionaria y, sobre todo, anticapitalista.

Para ello se hace necesario tener presente aquello de que la lucha revolucionaria anticapitalista es una sola, o sea, indivisible. Toda fragmentación o división de ella, solo conduce a la odiosa continuidad del capitalismo. La historia reciente en América Latina y el Caribe es recurrente en ejemplos para seguir ignorándola.

* Juan Carlos Gómez Leyton Ph. D en Ciencias Sociales y Política Académico Universitario

In Memorian de las y los socialistas “puros y sinceros” caídos en la lucha contra el capitalismo

CONDENAN A MARINOS EN RETIRO Y AUN EX DETECTIVE POR SECUESTRO CON GRAVE DAÑO CONTRA UN NIÑO EN VALPARAISO

05.05.2019 22:04

Condenan a marinos en retiro y a un ex detective por secuestro con grave daño contra un niño en Valparaíso

Marco Antonio Contardo tenía 15 años de edad cuando un grupo de marinos llegó hasta su casa, el 12 de octubre de 1973, durante la madrugada, secuestrándolo junto a su madre y abuela para posteriormente trasladarlos hasta la Academia de Guerra Naval, un recinto de detención y tortura de la Armada de Chile.  

La repudiable brutalidad con la que actuaron los integrantes de esta rama de las Fuerzas Armadas quedó registrada en el texto de la sentencia dictada el 30 de abril 2019 por el Ministro en Visita Extraordinaria en causas de Derechos Humanos de la V Región de Valparaíso, Jaime Arancibia Pinto, donde se manifiesta que este niño fue trasladado hasta la  Academia de Guerra Naval,  “lugar en donde la víctima fue sometido a torturas, aplicándosele golpes y corriente eléctrica por un grupo de personas en número indeterminado y que no pudo identificar en ese momento por tener la vista vendada, siendo su madre obligada a presenciar el maltrato, el que tenía por objeto dar información respecto del paradero de su padre Emilio Contardo Hogtert .“

Más adelante en el texto de la sentencia  se agrega que se configuró el delito de “secuestro con grave daño, pues la víctima, junto a su madre y abuela, son llevados hasta la Academia de Guerra de la Armada de Chile, ubicada en Valparaíso, en donde son interrogados por un grupo indeterminado de personas, mayormente pertenecientes al cuerpo de Infantería de Marina de la Armada de Chile, parte de los cuales habían sido entrenados especialmente en técnicas de aplicación de torturas en cuarteles y academias de EE.UU., y que concretaron respecto de numerosas víctimas perseguidas en este país en consideración a las ideas políticas que profesaban, a su pertenencia al gobierno recientemente depuesto o por su militancia o adscripción a partidos de izquierda(…)”

Como se expresa en la misma condena: “ los delitos que se investigan, esto es, detención ilegal y secuestro con grave daño, serían delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra y tendrían el carácter de imprescriptibles”.

Reafirmando lo anteriormente expuesto se señala:

“ Que estos crímenes, entre los cuales se cuentan las detenciones ilegales y el secuestro con grave daño, son cometidos por agentes del estado, en este caso, funcionarios de la Armada de Chile, cuyos fines precisamente era la de reprimir de la manera más fuerte posible, cualquier conato o idea opositora, entre los cuales ciertamente se encontraban los militantes de los partidos de izquierda de la época y, como en el presente caso, ante la búsqueda del padre de la víctima, conocido funcionario del gobierno depuesto en la zona, se optó por detener y torturar a los familiares más directos de la persona buscada, con el objeto de que dicha persona se presentara ante las autoridades o de que los detenidos dieran noticias de la persona buscada. Además, las detenciones se llevan a cabo en recintos destinados temporalmente para estos efectos, como es el caso de la Academia de Guerra de la Armada y cuartel Silva Palma, en donde, junto con interrogar a los detenidos, eran torturados. En estas acciones se utilizaron vehículos, recursos fiscales y personal suficiente para efectuar la represión señalada, todo lo cual implica considerarlo en la denominación que se ha indicado, esto es, crímenes de lesa humanidad.”

El Ministro Arancibia realizó un extenso y exhaustivo proceso a través del cual llegó a determinar judicialmente la verdad de los hechos y condenar por “el delito de secuestro con grave daño”  cometido en contra de Marco Antonio Contardo Guerra, a los siguientes implicados en este caso:

Penas de 6 años de presidio mayor en su grado mínimo para: BERTALINO SEGUNDO CASTILLO SOTO (Sub Oficial Mayor de la Armada en retiro), VALENTIN EVARISTO RIQUELME VILLALOBOS (Sub Oficial Mayor de la Armada en retiro), RICARDO ALEJANDRO RIESCO CORNEJO  (Capitán de Navío en retiro de la Armada ) y JAIME SEGUNDO LAZO PEREZ  (Sub Oficial Mayor infante de marina en retiro).

Penas de 5 años y un día de presidio mayor en su grado mínimo para: ALEJO ESPARZA MARTINEZ (Sub Oficial de la Armada en retiro), HÉCTOR VICENTE SANTIBÁÑEZ OBREQUE (Capitán de Fragata en retiro), y SERGIO HEVIA FEBRES (Sub Oficial de la Armada en retiro)

Penas de 4 años de presidio menor en su grado máximo a: JUAN ORLANDO JORQUERA TERRAZAS  (jubilado de la Armada como Sub Oficial Mayor) y JUAN DE DIOS REYES BASAUR  (jubilado de la Armada como Sub Oficial Mayor)

Por el delito de “detención ilegal” de Marco Contardo se condena con trescientos días de reclusión en su grado mínimo a: GUILFOR CELIN ARACENA ROJO  (jubilado de Investigaciones, Sub Prefecto en retiro).

Esta condena es un importante aporte en la búsqueda de la VERDAD y la JUSTICIA en la V Región y un granito de arena más en la lucha en contra de la IMPUNIDAD, aún cuando la sentencia se haya concretado después de 46 años de producidos estos brutales hechos.

Al texto íntegro de la sentencia dictada por el Ministro Jaime Arancibia, citado en esta crónica, se puede libremente acceder en el siguiente link:

https://www.pjud.cl/documents/396729/0/CONTARDO+GUERRA+ARANCIBIA.pdf/b4968056-b5c8-4fc9-aac8-f976a507efd1

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 3 de mayo 2019

<< 28 | 29 | 30 | 31 | 32 >>