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MILICOGATE: DESCUBREN E INVESTIGAN FACTURAS DUPLICADAS POR 200 MILLONES DE DÓLARES

11.07.2018 01:56

Milicogate: descubren e investigan facturas duplicadas por 200 millones de dólares

La ministra en visita Romy Rutherford se apersonó en las bodegas del Instituto Geográfico Militar, en FAMAE y la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas, buscando documentos sobre el eventual desfalco En la indagatoria, aparecieron los nombres de empresas de Chile, Israel y Estados Unidos. Sigilosamente, este 28 de junio el Ejército inició una investigación interna. Un general en retiro denunció ante la magistrada que hubo corrupción en los proyectos secretos Daga y Centauro. También reveló que hubo destrucción de computadores con información sensible.

El Ministerio Público y la Justicia Militar investigan en absoluto sigilo la existencia de presuntas facturas duplicadas por hasta 200 millones de dólares en la contabilidad del Ejército, asociadas a operaciones de venta de armas y sistemas bélicos realizadas a través la maestranza castrense, FAMAE, y empresas extranjeras como la israelí Rafael Advance Defense Systems.

“Sólo en FAMAE hay 44 facturas duplicadas por un total de 83 millones de dólares”, emitidas entre los años 2008 y 2015, según estableció un informe confidencial que la Policía de Investigaciones entregó a la ministra en visita civil de la Corte Marcial, Romy Rutherford, a cargo de pesquisar los desfalcos cometidos con fondos provenientes de la Ley Reservada del Cobre (Ver documento).

El reporte -al que accedió en exclusiva Radio Bío Bío- fue enviado además a la fiscal Ximena Chong, quien indaga la supuesta participación de civiles en los ilícitos. Los antecedentes también son evaluados por el Consejo de Defensa del Estado (CDE), en especial por la jurista María Inés Horvitz.

La Brigada de Delitos Funcionarios de la PDI (Bridef), bajo el mando del comisario Guillermo Castro, comenzó a revisar los antecedentes, en medio de las dificultades para ubicar las facturas originales.

Los eventuales actos de corrupción, que atravesarían las jefaturas de los generales Oscar Izurieta, Juan Miguel Fuente-Alba y Humberto Oviedo, fueron descubiertos al indagar pagos irregulares girados a favor de la empresa chilena Capellán, una proveedora de repuestos automotrices vinculada al llamado Milicogate, caso que originó en 2014 las investigaciones sobre corrupción en el Ejército.

El corazón del presunto fraude fue la utilización de FAMAE como intermediaria de las compras bélicas del Ejercito, aprovechando que esta empresa estatal permite una gestión con menos controles administrativos, según explicó uno de los oficiales que ideó el sistema, quien ya declaró en secreto ante la ministra Rutherford.

La pesquisa está inserta en otra quincena de líneas investigativas sobre diferentes desfalcos cometidos en el Ejército con la Ley Reservada del Cobre, además del pago de sobornos, estos últimos anotados en tres cuadernos manuscritos encontrados en las bodegas de uno de los proveedores que participó de estas triangulaciones.

En medio del escándalo, el Ejército dictaminó sigilosamente este 28 de junio abrir una investigación sumaria por la adquisición de camiones Mercedes Benz a Comercial Kaufmann, compañía que apareció en el primer reporte de la PDI con doce facturas duplicadas, por un monto de veinte millones de dólares.

 

“Por un precio mayor”

La maraña comenzó a desenredarse lentamente el 1 de agosto de 2017. Aquel día, el suboficial en retiro Claudio González, procesado en el caso Milicogate, se sentó frente a la ministra Rutherfod, luego de pasar meses encarcelado. La jueza comenzó a mostrarle cada una de las facturas ideológicamente falsas que lo involucraban en el juicio. Eran documentos por montos menores, en comparación con el desfalco hoy investigado.

González, quien trabajó durante años en la División de Mantenimiento del Ejército (Divman), bajo el mando de los generales en retiro Carlos Villalobos y Héctor Ureta, optó por abrir la caja de Pandora, aburrido de cargar solo con las culpas, mientras sus superiores seguían libres.

“Sé que FAMAE le compraba (repuestos) a Capellán y luego los entregaba al Ejército por un precio mayor. En ciertos casos, se encargaban reparaciones a Famae, pero no se realizaban”, declaró (Ver documento).

La ministra Rutherford redobló sus esfuerzos por encontrar documentos que probaran estos supuestos desfalcos, pese a los problemas enfrentados desde el inicio de las pesquisas, cuando fuera inutilizado el servidor que registró durante años las compras de armas en el Comando de Apoyo a la Fuerza, la unidad a cargo de procesar esas operaciones.

 

“No hemos encontrado todo”

Pasaron los días y la jueza decidió realizar una inesperada inspección a la División de Adquisiciones del Ejército (DIVAE), ubicada en el edificio del Instituto Geográfico Militar (IGM). Allí, la recibió el general de brigada Germán Schell quien le aseguró que todo estaba en orden, casi inmaculado.

Ambos enfilaron luego hacia el archivo de aquella unidad y por primera vez la ministra tuvo ante sí parte del tesoro que buscaba. En ese espacio estaban guardados, en cajas perfectamente rotuladas, los documentos referidos a compras militares.

“No hemos encontrado todo lo que nos solicitó”, se excusó Schell. El oficial, sin ahondar en detalles, dijo que no tenía una explicación plausible de cómo y por qué algunas facturas y órdenes de compra desaparecieron de aquella bodega, casi infranqueable.

 

“Ignoró los motivos de ello”.

En los días siguientes, el director de FAMAE, el general Rony Jara, y el entonces Jefe del Estado Mayor, el general Ricardo Martínez, hoy comandante en jefe del Ejército, remitieron paulatinamente información a la ministra sobre las compras de FAMAE a las empresas Capellán y Repuestos Automotrices Limitada (Ver documentos).

La ministra Romy Rutherford también recibió copia de los Decretos Supremos reservados del Ministerio de Defensa, los que autorizaron por años las compras de armas del país. Cada uno de esos papeles los guardó metódicamente en un cuaderno secreto (Ver documento).

Detrás de esas operaciones irregulares de compra con Capellán, una pequeña empresa ubicada en la periferia norte de Santiago, comenzó a asomar sin embargo un escándalo de dimensiones colosales, con lazos internacionales.

 

“Debió ser manipulado”

Semanas después de aquella inspección a la División de Adquisiciones del Ejército, la ministra Rutherford citó a su despachó al cabo Juan Carlos Cruz, el hombre que apostó dos mil cuatrocientos millones de pesos -unos cuatro millones de dólares- en el casino Monticello de Santiago entre los años 2008 y 2014.

El suboficial, quien pasó varios meses detenido, no pudo explicar el pago de facturas duplicadas. “El sistema Sifie debió ser manipulado”, planteó cuando el tribunal le mostró la factura 6333 de Famae, pagada en nueve ocasiones (Ver documento).

Cruz, por cierto, no era un hombre cualquiera. Durante años fue el líder humano del equipo de suboficiales que digitaron las operaciones de compra del Ejército y el mismo admitió ante la Justicia que cursó en su beneficio facturas ideológicamente falsas, en alianza con diversos uniformados.

Pero él, que sabía tantos secretos, aseguró que desconocía la hebra investigativa que comenzó a despuntar esos días en la Fiscalía Militar. Aquellas eran ligas mayores, prohibidas para un simple cabo, incluso uno como Cruz, con casi veinte años de experiencia en los pasillos de logística y adquisiciones.

 

“De todo lo destruido hay constancia”

La ministra Rutherford resolvió decretar otra diligencia in situ y se apersonó en las dependencias de FAMAE, ubicadas en Talagante. La recibieron el director de la maestranza, el general Rony Jara, y tres de sus asesores.

Los hombres, en una larga presentación, le aseguraron a la magistrada que todo estaba en orden y bajo un estricto control, incluso ético, como dejaron por escrito.

Sin embargo, no tuvieron más opción que admitir que el noventa por ciento de la actividad comercial de la jibarizada empresa bélica se reduce hoy a sus polémicos lazos con el Ejército, en especial a la ejecución de adquisiciones sin licitación alguna, los llamados “tratos directos” (Ver documento).

El fiscal de la empresa, Oscar Jara, admitió incluso uno de los puntos más controvertidos. Dijo que efectivamente la maestranza ejecuta compras a empresas que son directamente recomendadas por oficiales del Ejército. “El director de FAMAE se limita a cumplir los planes de trabajo que le exigen”, subrayó.

También confirmaron a la ministra que estaban destuidos todos los todos los documentos con más de cinco años de antigüedad, tal como lo permite una ley aprobada por la dictadura cívico militar en 1989. “De todo lo destruido hay constancia”, agregaron.

Sin rendirse, la jueza pidió revisar el archivo de FAMAE y días después citó a Clovis Montero, el oficial a quien el general Jozo Santic le recomendó ser “el mensajero del Diablo”, en los inicios del caso, en el ya lejano abril de 2014. (Escuche el audio aquí)

 

“No quedó registro”

El coronel en retiro Clovis Montero, otrora tesorero del Estado Mayor del Ejército, llegó al despacho de la ministra Romy Rutherford y de entrada le confirmó sus sospechas. “En el sistema Sifie se pueden ingresar facturas más de una vez”, explicó.

“Eso -prosiguió- es algo que yo comprobé con una factura de la II División, era una factura de Jardín Mis Recuerdos, que tenía que ver con unas flores que se ponían en la Plaza de la Ciudadanía. A mí me llegó una fotocopia legalizada de ese documento ya ingresado y me explicaron que agregándole un punto o una coma al número, el sistema inmediatamente la aceptaba”.

Montero, quien estuviera más de un año encarcelado, aseguró que el año 2013 fueron borrados todos los vestigios computacionales de aquellas operaciones. “De lo que se ingresó dos veces no quedó registro”, indicó.

Por cierto, el antiguo tesorero castrense estaba parcialmente equivocado. Quien fuera uno de los primeros detenidos en el caso Milicogate, ignoraba lo que estaba por reventar.

Una inesperada confesión iba a desatar una tormenta en la Comandancia en Jefe.

 

“Me lo entregó mi madre”

Sin lograr acceder de manera cabal a la documentación castrense, la jueza Rutherford redobló sus contactos regulares con la fiscal Ximena Chong y la consejera María Inés Horvitz, del Consejo de Defensa del Estado.

Las tres juristas, aún sin sospechar lo que escondían la contabilidad de FAMAE y del Ejército, estaban interesadas en las recientes declaraciones del coronel Sergio Vásquez, hombre de confianza de los ex comandantes en jefe Humberto Oviedo y Juan Miguel Fuente-Alba.

Las indagaciones sobre Vásquez, hasta entonces un oficial de bajo perfil, comenzaron a inicios de 2017 cuando un sobre de remitente anónimo apareció sobre el escritorio del juez Omar Astudillo, entonces a cargo de investigar el fraude con fondos de la Ley Reservada del Cobre en la VI Fiscalía Militar.

La enigmática misiva contenía una detallada denuncia sobre las inversiones inmobiliarias y automotrices de este oficial, habituado a trabajar cerca de la Comandancia en Jefe.

Arrastrado hasta el tribunal por la ministra Rutherford para explicar el origen de su patrimonio, el uniformado dijo que el dinero cuestionado se lo había entregado su madre, una humilde jubilada. Al menos una parte de los cuarenta y dos millones de pesos con que prepagó en efectivo su vivienda en Huechuraba.

Por cierto, tampoco tuvo mejores explicaciones para justificar desembolsos por montos similares en la compra de otras viviendas familiares en Reñaca y Pucón. El Ejército, pese a las sospechas, lo mantuvo en sus filas, protegido.

No obstante, el coronel Vásquez nunca controló sus nervios y se derrumbó en junio de 2017, cuando el tribunal lo citó de nuevo y le mostró los mensajes de Whatsapp sostenidos entre él y el propio general (r) Fuente-Alba, en los que ambos hablaron de traspasos de dinero.

Abatido, el oficial aseguró que en 2014, cuando Fuente-Alba cesó en su cargo, le traspasó cinco millones de pesos para que pagara sus tarjetas de crédito. Luego intentó desdecirse.

El uniformado, quien llegó a ser Jefe de la Sección de Tesorería y Cuenta de Valores del Departamento de Finanzas de la Comandancia en Jefe del Ejército, admitió luego que él mismo entregó el dinero a Fuente-Alba y que después le rindió cuentas verbalmente a Oviedo. Luego volvería a desdecirse, asustado.

La ministra Rutherford -ante las evidencias- decidió procesarlo, pero la Corte Marcial revocó la medida. Insistiendo, la magistrada volvió a encausarlo la semana pasada, por delitos de fraude al fisco por el supuesto uso fraudulento de pasajes institucionales para fines personales. Es decir, para viajar con su familia a Disney y Punta Cana de vacaciones (Vea la información aquí).

Todo esto a la espera de que fructifique el exhorto que la magistrada envió a Estados Unidos solicitando información bancaria al HSBC, entidad financiera donde el uniformado depositaba su sueldo. (Ver reportaje aquí)

La declaración de Vásquez, por cierto, no fue la única evidencia e indicio contra Fuente-Alba. Para entonces la ministra Rommy Rutherford ya tenía en sus manos los extensos peritajes contables desarrollados por la Policía de Investigaciones.

Dentro de la investigación, también aparecieron abonos por 7.942 millones de pesos registrados en las cuentas corrientes nacionales y extranjeras de Fuente- Alba y de su esposa, Ana María Pinochet, sólo entre 2008 y 2015 (Ver documento).

Dentro de aquellos movimientos sobresalió desde un inicio un depósito en efectivo “por 490 millones de pesos realizado el 12 de junio de 2012”, como se lee en el informe pericial.

La defensa del exoficial, ha insistido en repetidas oportunidades que el dinero no corresponde a las cifras entregadas por la PDI y que todo pertenece a la fortuna personal de su patrocinado.

De todas formas, Fuente-Alba es indagado no solo por Rutherford, sino también por el fiscal Centro Norte, José Morales en dos aristas. Una por lavado de activos y la segunda por la compra de un avión, tal como lo reveló este medio (Vea el reportaje aquí).

En este caso, es también parte el Consejo de Defensa del Estado, entidad que presentó una querella por fraude al fisco (Lea la querella aquí).

¿Pero de dónde salió ese dinero? Esta ha sido la pregunta que rodea al caso desde el principio. La llegada de un pendrive aumentó las sospechas.

 

“No nos aparece repetida”

La ministra Rutherford sopesó que -idealmente- el gobierno debía disponer de alguna copia o antecedente de los documentos que respaldaron por años los gastos por miles de millones de dólares en armas, ejecutados desde 2000.

Fue entonces cuando visitó la Subsecretaría para las Fuerzas Armas, ubicada en Zenteno 45, al frente de La Moneda. A las 10.15 de la mañana, la recibió el jefe de la Unidad de Administración Financiera de Capacidades Estratégicas de la Defensa, Gian Franco Suil.

El funcionario condujo a la ministra, y a los agentes de la PDI que la acompañaron, a su despacho y deslizó que quizá sería más expedito que le pidieran a él la información faltante, antes que al Ejército. Luego entregó a la jueza una carpeta con copia de las 2.433 facturas ya enviadas al tribunal para su investigación (Ver documento).

Interrogado por la ministra, Suil admitió que aunque su unidad debía revisar las adquisiciones bélicas, no podían auscultar si el proceso de licitación o trato directo, estaba libre de corrupción. Ellos sólo chequeban, indicó, que estuvieran las facturas, las órdenes de compra y el contrato respectivo.

− ¿Es posible que una factura se haya pagado más de una vez? -preguntó la magistrada.

Sorprendido, Suil dijo que no estaban en condiciones de chequear esa información. Rutherford, entonces, le explicó que existía una factura de FAMAE, la 6333, pagada nueve veces. Y le ordenó buscarla en el sistema.

− No nos aparece repetida, es raro -reconoció el funcionario.

El caos era total.

 

“No quisieron controlar”

Finalmente, el Ejército envió a mediados de 2017 un pendrive con copia de las plantillas Excel en que fueron registradas las compras de armas del país entre los años 2008 y 2015. Eran las adquisiciones en dólares, de grandes volúmenes. No los pequeños desembolsos que dieron origen al caso Milicogate. Ahora eran las ligas mayores.

El funcionario Ignacio Sotomayor, de la Brigada de Delitos Funcionarios (BRIDEF), fue el encargado de procesar los antecedentes, bajo las órdenes de su superior, el comisario Guillermo Castro.

El análisis pericial detectó operaciones por seiscientos sesenta y un millones de dólares, realizadas a través de ciento cuarenta y siete proveedores. De ellas, casi un tercio correspondió a facturas duplicadas, provenientes de solo diez compañías (Ver documento).

Sorpresivamente, la nómina fue encabezada por FAMAE, la maestranza bélica estatal, con cuarenta y cuatro facturas duplicadas por 83 millones de dólares. Eurocopter Chile asomó con cuatro instrumentos duplicados por 29 millones de dólares, Elbit Systems Land and C4 Tadiran de Israel con 22 millones de dólares, Comercial Kaufmann con 20 millones de dólares y la compañía de armamento israelí Rafael Advance Defense System con 19 millones de dólares.

Detrás de estos firmas, asomaron la firma estadounidense BAE Systems Land & Armaments y las empresas nacionales Arcomet y Miguel Quezada Leal e Ingeniería de Protección Limitada con facturas duplicadas entre los 2 y 7 millones de dólares.

“En el caso de estas facturas duplicadas, un mismo número mantiene fecha y montos distintos, se asocian a Decretos Supremos diferentes y figuran devengadas por funcionarios del Ejército diferentes”, suscribió el comisario Sotomayor.

El oficial luego confirmó que entre los suboficiales a cargo de digitar esas transacciones figuraron suboficiales ya procesados o interrogados en el caso, como Miguel Díaz, Jacqueline Carrasco y Liliana Villagrán, entre otros.

A fines de 2017, el general en retiro Héctor Ureta, quien tuvo al mando la poderosa División de Mantenimiento (Divman), decidió hablar, consciente de que sería encarcelado por la ministra Rutherford (Ver documento).

“Ni el Ministerio (de Defensa), ni la Contraloría, ni el Ejército quisieron controlar la Ley Reservada del Cobre”, arrancó. Luego, comenzó a entregar toda la información que tenía sobre actos de corrupción.

“Los proyectos a los que me refiero son: Proyecto Fuerzas Especiales, Proyecto Daga, Proyecto Centauro, Proyecto de Mando y Control del Ejército. Pido al tribunal que investigue, en qué se compró el mando y control a una empresa israelita, el proyecto de la compra de fusiles y el proyecto de la compra del avión al Comandante en Jefe. La pregunta que uno puede hacerse es por qué se quemaron los computadores de Dirección de Proyectos e Investigación del Ejército (Dipride), y es porque allí estaban los proyectos cuestionados y donde se llevaban en planilla Excel”, disparó.

La jueza, aunque no confiaba en el exoficial a quien encausó por defraudar 1.700 millones de pesos, lo escuchó con atención. Unos meses después, mientras procesaba a militares por otros delitos menores, envío la información a la fiscal Ximena Chong y se reunió con la abogada María Inés Horvitz del Consejo de Defensa del Estado.

Las facturas duplicadas por 200 millones de dólares debían ser aclaradas, pese a que la documentación impresa no apareció por completo en las bodegas del Ejercito y a que sólo algunos de esas duplicidades lograron ser explicadas, hasta ahora por los agentes del comisario Guillermo Castro, también ocupados en dilucidar otros desfalcos que apuntan al generalato, sin mayores ambages.

Consultado el Ejército sobre esta publicación y sus alcances, respondió a través de un comunicado oficial que se lee a continuación.

La Institución desde que denunció las irregularidades en el caso fraude al Ejército el año 2014, ha cooperado activamente con la justicia, siendo la más interesada que cada situación que se investigue, tenga el resultado correspondiente y se identifiquen los responsables a la brevedad posible, según lo establezcan los tribunales.

En particular sobre la investigación que lleva la ministra en visita especial Rommy Rutherford, al Ejército no le corresponde pronunciarse, evitando interferir en el proceso de investigación, pero sí colaborando en cada una de las diligencias y en la entrega de la documentación solicitada como lo ha hecho hasta la fecha.

Finalmente, al Ejército le interesa precisar que la difusión de antecedentes parciales, como podrían ser, declaraciones de testigos o imputados que son parte de un proceso de investigación, que no ha finalizado, podrían eventualmente entorpecerlo y otorgar un valor erróneo o injusto a la causa, lo que compete exclusivamente a la Ministra en Visita, a quien le corresponde al término de dicha investigación, dar el valor a los hechos y sus responsables.

*Jorge Molina Sanhueza - biobio.cl/noticias

 

LORENA PIZARRO: “NO HAY QUIEBRE EN LA AFDD”

10.07.2018 22:18

Lorena Pizarro: “No hay quiebre en la AFDD”

La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos defiende el actuar de la directiva frente al hallazgo de fragmentos óseos que permanecieron por 23 años en la sede de la organización. Dice que las diferencias con tres dirigentes que renunciaron no han causado desafección entre los integrantes de la entidad.

Lorena Pizarro, actual presidenta de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos, sostiene que esa organización nunca ha hecho declaraciones “en off” y asegura que las versiones anónimas publicadas en reportajes de prensa -entre ellos los de The Clinic– y que han cuestionado la forma en que ella enfrentó el hallazgo de fragmentos óseos en la sede de la entidad han sido imprecisos o falsos. 

“Las mujeres de la AFDD fueron las primeras que salieron a rostro descubierto a enfrentar la dictadura. La lucha de la agrupación siempre ha sido así de clara”, dice. “Si es cierto que esas personas que hacen declaraciones anónimas son familiares de detenidos desaparecidos, yo creo que en la vida uno tiene que dar la cara. A mí me parece que la persona que hace declaraciones anónimas y encima con mentiras no actúa de manera correcta. Todo lo que te voy a decir lo digo con la certeza de que es verdad y porque, además, me hago responsable de mis palabras”. 

-¿Cuál fue la actuación de la dirigencia de la AFDD ante el hallazgo de estos fragmentos en su sede, en orden cronológico? -

Mira, a la Agrupación se vino a vivir un grupo de tesistas italianos y nosotras les asignamos un espacio. Entonces, nos tocó redistribuir oficinas, se empezaron a mover muebles. En uno de ellos había una caja y, dentro, una bolsa que en su interior contenía estos restos. Yo no sé qué día ocurrió, pero a mí me avisaron en los primeros 15 días de marzo. 

-¿Quién te avisó? 

-Marta Vega, secretaria general de la Agrupación. Yo hice lo que a mí me parecía correcto. Lo primero fue decirle a Marta que averiguara qué pasos dar, en términos legales, mientras yo iba a conversar con dirigentes de la época, porque nosotras no sabíamos de esto. 

-¿Tú nunca habías escuchado que esos restos estaban ahí? 

-No. Y te voy a ser muy honesta: no me provocó ni espanto ni nada parecido porque esta ha sido la historia de nuestra tragedia. En 1978, cuando aparecieron osamentas en Lonquén, yo aún era niña. Y esa fue mi primera aproximación y la de todos los familiares a esta realidad. Hasta ese momento, todavía pensábamos que podríamos encontrarlos con vida. Después vinieron los hallazgos en Pisagua y otras partes de Chile; la mala identificación de los restos del Patio 29. Estando recién electa como dirigente me tocó enfrentar la aparición de una persona que figuraba en las listas de detenidos desaparecidos. Nadie en Chile recorre el desierto buscando huesos como lo han hecho las mujeres de Calama y Pisagua. Recuerdo cuando estaban construyendo el nuevo Hospital Militar en Peñalolén, que nos amanecimos en excavaciones, porque habían encontrado osamentas que resultaron ser de animales. Siempre nos llaman y nos dicen que han encontrado un esqueleto con un balazo y nunca hubo balas y nunca hubo esqueletos. 

Entonces esto no me impacta, solo me conmueve, porque concluyo que la tortura permanente es una realidad. Por eso mi primera decisión fue consultar a las que fueron dirigentas antes que nosotras. Además, como justo estábamos a una semana de las elecciones (de directiva de la AFDD), pensé que lo responsable era resolver este asunto con la nueva directiva. 

-¿Con quién consultaste? 

-Con Mireya García. Ella me dijo: “A mediados de los ’90, llegó a la Agrupación esta bolsa con unos fragmentos, nosotros se los mostramos para que los periciaran a los antropólogos que en esa época trabajaban con nosotros y ellos señalan que hay restos humanos de una data muy antigua, mezclados con huesos de animales y nos los devolvieron. Yo recuerdo que pregunté qué hacemos con esto y nos dijeron desháganse de ellos, porque no hay dónde devolverlos”. Eran los ’90 y Mireya recuerda que decía: “¿Cómo vamos a botarlos? Dejémoslos acá”. Cómo iban a botarlos si a nosotras nos ha dolido el alma saber cómo trataron a los nuestros, no sólo en vida sino después de muertos. Recuerda que existió la operación “retiro de televisores”, para desenterrar osamentas y que no los pudiéramos encontrar. Por eso se han hallado puros fragmentos. Entonces, en esa época los guardaron, pero no como algo pendiente para analizar después, porque les dijeron que eran muy antiguos. 

-¿Habían descartado que fueran de detenidos desaparecidos? 

-Exacto. Estaban descartados, y los guardaron. Yo digo hoy día, que quedaron como evidencia de lo que ha sido nuestra historia de lucha, no olvidados. Yo no estaba tan activamente en esa época, pero creo que si uno se sitúa en el tiempo, es absolutamente razonable. Con Pinochet entre Comandante en Jefe y Senador Vitalicio, con ejercicios de enlace; con un Poder Judicial, cuya única respuesta a las investigaciones era la Ley de Amnistía; con un Médico Legal con el que teníamos una desconfianza infinita. 

-Tú me dices que esto decides informarlo cuando se constituyera la nueva directiva. ¿Cuánto tiempo después? 

-La elección se hizo a fines de marzo y el directivo se constituyó unos 4 ó 5 días después, a comienzos de abril. En la primera reunión, en una tabla con otras materias, se informa esto. Que averiguamos los procedimientos y que pediremos una audiencia al ministro Mario Carroza para entregarle los restos. Las dirigentes hemos crecido juntas, tenemos una historia en común. En esa reunión, a algunas esto les causó mucha impresión y yo les digo que no hay que apurarse, que las cosas hay que hacerlas bien y que esperemos a que el Ministro nos fije una audiencia, que no era llegar e ir a tocarle la puerta, por la seriedad que requería el caso. Todas estuvieron de acuerdo. Ese fue el acuerdo que se mantuvo hasta que nos enteramos de que, entremedio, pasaron una serie de hechos que revelaron que algunas dirigentas no estaban respetando esos acuerdos, en mayor o menor profundidad. 

-¿Acuerdos como cuáles? 

-Como esperar a entregarle esto al ministro en una audiencia formal donde, además, íbamos a tocar otros temas. Discutimos sobre los tiempos, la velocidad, pero al final ese fue el acuerdo. Nadie dijo: “Yo no me muevo de aquí, si no los entregamos ahora”. Luego nos enteramos de que se hicieron otras cosas, que es complejo decir, porque yo sí creo en el cuidado de las instituciones. Lo relevante es que se rompieron acuerdos de manera permanente. No sabemos quiénes hicieron las declaraciones anónimas a la prensa ni si son familiares, pero hoy tienen desvirtuada la realidad. Los fragmentos no estuvieron escondidos, ni perdidos. Después de que se tomó ese acuerdo, yo caí enferma con amigdalitis y la vicepresidenta Lorena (Díaz) me informa que en la reunión de los martes, dos dirigentas -Evelyn Gahona y Olga Morales- quieren enviar una carta al ministro, pero que ella trataría de persuadirlas de que no lo hagan. Simultáneamente me entero me entero de que dos familiares le enviaron otro escrito pidiéndole que incaute los fragmentos. Entonces llamo a Mireya García y al directivo, diciéndoles que vamos a tener que ir así no más y hacerle guardia al ministro, sin esperar la audiencia, que era lo que a mí me parecía más apropiado. 

-¿Ese es un escrito distinto de aquella carta que presentaron las tres dirigentas? 

-Así es. Y a mí me parecía tan brutal que se fuera a allanar la sede de la Agrupación. La mayoría de nosotros vivimos allanamientos que a mí aún hoy me parecen de una gravedad injustificable. Todo esto se lo explico después al ministro. Le digo: “Llegamos así porque usted ve que tenemos una audiencia solicitada a su secretaria, pero ella no respondió” y él nos dice que todavía no nos iba a recibir porque está haciendo algunas diligencias en Las Tórtolas (un lugar donde se están haciendo excavaciones buscando restos de desaparecidos). 

Después me entero de esta denuncia de las tres dirigentes (presentada el 9 de mayo) en que dicen que no han podido llevar los fragmentos por un desacuerdo en la directiva. Y más allá de cualquier diferencia, ¿por qué yo no querría entregarlos? El ministro me dijo: “Usted como presidenta haga la denuncia, Mireya haga el relato y yo ordeno las diligencias que hay que hacer”. Perfecto y yo pensé que ahí terminaba todo porque el tema era ese ¿no? Que se entregaran los fragmentos al ministro. Nosotros queríamos hacerlo con mucho más rigor, más tranquilidad, pero bueno. Se entrega y después siguen saliendo cosas, se hizo correr una carta donde se dice que supuestamente esas dirigentas fueron tan maltratadas, cuando la asamblea les pide explicaciones por el incumplimiento de los acuerdos y por acciones que no corresponden en una organización como la nuestra, ni en ninguna. Es ahí donde se acuerda hacer una declaración pública donde se explica lo sucedido. 

-¿Esas dirigentas pudieron leer esa declaración en todo su contenido? 

-Se les manda a todas ellas, sin excepción. 

-¿Y estaba incluido ese párrafo en que se explica que parte de lo ocurrido se debe a su “inexperiencia”? 

-Sí, también. Completa, y están los Whatssapp donde seis de siete dan su consentimiento. Si trabajas en un colectivo a veces puedes no estar de acuerdo, pero tú acatas lo que dice la mayoría, así entiendo yo que es la democracia ¿no? Evelyn respondió en la tarde que no estaba de acuerdo, cuando la declaración ya estaba lanzada, pero aunque hubiera llegado a tiempo, de todos modos estaba en minoría. 

-Entiendo que los restos óseos se le entregaron a Alicia Juica, que es parte del actual directivo, cuando ella era estudiante. 

-Sí, era estudiante de fotografía en el Instituto Alpes. 

-¿Y cuándo reaparecieron, no dijo que ella los había recibido? 

-Ella lo dice en la reunión de directivo (que trató el tema, en abril). Ahí la jefa de carrera la llamó y le dijo que un estudiante quería hablar con ella y ahí le hace entrega de estos fragmentos que llevó de inmediato a la agrupación. 

-¿Esa persona no le dijo en qué sitio los encontró? 

-No. Es que eso es común. Si hasta el día de hoy a veces llaman personas que dicen: “Mire, yo trabajo en una obra en la zona norte de Santiago y se encontraron cuerpos. Y cuándo uno les pregunta dónde, responden que no pueden decir, porque perderían su trabajo. El miedo sigue siendo una realidad ahora en 2018, imagínate en los 90. Tengo muy grabado un episodio que ocurrió en un colegio en Maipú. Nos decían que habían encontrado un esqueleto, con balazo en el cráneo, pero eran fragmentos de animales. Lo rescatable de eso que la gente tiene un sentido común que si aparece algo intentan ubicarnos, aunque no se atrevan a entregar su nombre, ni digan el lugar. Generalmente, son trabajadores de la construcción a los que les pasa, pero siempre buscan cómo darnos el dato, aunque al final no sea nada. 

-Es atendible que la Agrupación haya mantenido en su poder estos fragmentos en los ’90, por las complejidades políticas de la época. Pero, más tarde -especialmente después de constatar que hubo muchos errores en identificaciones iniciales; que nuevas metodologías, como las pruebas de ADN, permitían mayor precisión, que llegó Patricio Bustos a la dirección del SML -¿nadie pensó en periciar nuevamente estos restos? 

-Después de los errores del Patio 29 se creó un panel de expertos que la Agrupación pidió. Nosotras hicimos las presentaciones judiciales sobre sospechas de malas identificaciones, porque había personas que se acercaban y nos decían: “Mi familiar no tenía los dientes de adelante, y a mí me entregaron a una persona con toda su dentadura”. Era obvio que había errores. Recuerdo muy bien el caso de una joven de Peñalolén, a la que le informé que su hermano estaba en la lista de entregas erróneas, quien me dijo: “Siempre lo supimos, porque mi hermano tenía 14 años y medía un metro sesenta y nos entregaron un esqueleto de un metro noventa”. En el panel de expertos, nosotras exigimos que el SML certificara su calidad a nivel internacional, para que estos errores no siguieran ocurriendo. Participé en él con Viviana Díaz (anterior presidenta de la AFDD) y ella nunca lo mencionó. No creo que fuera algo de lo que se olvidara, porque ella tiene buena memoria, se acuerda con detalles de las cosas. Yo creo que fue porque no era un tema pendiente. 

-De todos modos, la primera evaluación de estos fragmentos se hizo por profesionales que no pudieron analizar el sitio del hallazgo, necesario para descartar data desde la antropología o la arqueología. Se hizo sin ayuda de laboratorio y con técnicas obsoletas. 

-Yo pienso que no era un tema pendiente acá. Era una de tantas búsquedas fallidas. Lo que hubiese sido imperdonable para la gente es que nosotras al enterarnos ahora no hubiésemos hecho lo que hicimos, porque hoy día sí que hay otras técnicas, pero en ese momento, para quienes estaban en la directiva no era un tema pendiente, no era un tema como Patio 29. Entonces, nunca estuvo en la discusión. Mi mamá (Sola Sierra) se murió en 1999 y yo no recuerdo siquiera que me hubiera hablado de algo así. Entonces, no es que se olvidara, ni que la AFDD fuera custodia de esos fragmentos. Es algo que quedó como parte de nuestra historia de búsqueda. 

-¿A nadie le nació la necesidad de volver a analizarlos? 

-No. No lo dijo ninguno de los dirigentes que haya estado en ese periodo. 

-¿Ni a Mireya García, ni a Alicia Juica que continuaron en la Agrupación y se incorporaron al directivo y que sabían de su existencia? 

-No, porque la Alicia los entregó y no recuerda más de eso. Nadie, nadie. Si siquiera otras personas que se fueron enterando en el camino, como Jaime Vivanco, porque reitero, nadie lo tenía registrado mentalmente como un tema pendiente. Yo lo dije muchas veces en el directivo, que yo no dudo de ninguna de esas personas. Como presidenta, hoy me podría lavar las manos y decir: “En ese tiempo yo no estaba” o “Qué tremendo lo que pasó”. No lo hago porque creo que es evidencia del horror de la desilusión. Tengo la absoluta convicción de que esto fue parte de una búsqueda que en los ’90 tenía ciertas características y que hoy día tiene otras. Si yo me hubiese enterado en la primera quincena de marzo y yo lo hubiera mantenido ahí sería una negligente e irresponsable, porque hoy día hay otras cosas, otros protocolos, que no se justifican no entregarlos. Hoy no te los devuelven como ocurría en los ‘90. Es distinto.  

“No hay quiebre” 

-Hay versiones que hablan de un quiebre en la AFDD por el manejo de este caso e incluso sugieren que podría crearse una entidad paralela. 

-La Agrupación es una organización de familiares, una organización a la que nadie quiso llegar, a la que estamos estamos obligados por la tragedia que nos tocó vivir. Por lo tanto, así como existe la AFDD, existen agrupaciones de regiones, la Agrupación Línea fundadora, de víctimas de La Moneda, etc. Esa diversidad existe y demuestra que aquí hay una preocupación permanente y las familias se agrupan de acuerdo con sus intereses. La AFDD es la que ve el tema global. 

En la última asamblea, renunciaron las tres dirigentes mencionadas, con distintos argumentos. Por lo tanto, no hay un bloque. Lo segundo es que cuando renuncian las dos primeras, se van cinco personas de la asamblea que son quienes las postularon como dirigentes, o son familiares suyos. El resto de la asamblea, de más de 70 personas, se quedó. Se mandató al directivo para que resuelva de acuerdo con los estatutos el modo de llenar estos cupos y siguió con otros temas, como lo que haremos el 30 de agosto que es el día del detenido desaparecido y de la detenida desaparecida, y frente al tema de los indultos, porque nuestra lucha es mucho más que sólo esto. Eso no es un quiebre, no es que hubo griteríos y se fue la mitad de la gente y nos quedamos solas. Pero, además, la lucha de la Agrupación es mucho más que esto. Incluso si se cambiara a todo el directivo. Va mucho más allá de nosotras. No voy a calificar lo que hicieron estas dirigentes, porque nos conocemos de toda la vida y porque cada cual es dueño de sus actos y los tiene que asumir. Otra cosa es la causa de nuestra lucha y esa la tenemos que seguir dando aunque nos sacáramos los ojos entre nosotras. Ninguna de nosotras quiere que salgan libres los genocidas, nadie quiere que se olvide lo que pasó. Ese quiebre no puede darse porque la responsabilidad es mayor a que si nos peleamos entre nosotras. 

-¿No crees entonces que la AFDD está en su ocaso y que sus banderas se desvanecerán con el tiempo, ante la indiferencia de la sociedad? 

-Ni siquiera cuando todos nosotros estemos muertos, esto va a acabar. Vamos a morir nosotras, la Agrupación va a tener que cambiar sus formas, pero tiene que seguir construyendo memoria para que el “Nunca Más”. Es lo que pasa en Alemania, en Palestina, en Latinoamérica. Aquellos que han tenido responsabilidades en los distintos poderes del Estado son los que han intentado invisibilizar el movimiento, pero al Festival de los Derechos Humanos que hacemos en diciembre llegan 15 mil, 20 mil jóvenes y los cabros cuando salen a marchar por la educación hablan de la educación de Pinochet. Son distintas formas de conciencia que se van generando en las nuevas generaciones. Todavía falta mucho, si no tenemos educación cívica, si los cabros de octavo básico creen que es mejor una dictadura a una democracia, según una encuesta. Ocaso no hay, pero, además, no debe haber. Estas dificultades que ahora hemos tenido son propias de una organización como la nuestra, porque aquí hay mucho dolor. La tortura permanente de la búsqueda sin resultado, claro que nos afecta. 

-En este sentido, ¿crees que hay cosas que cambiar para adelante en la forma de organizarse o conducir? 

-Es que eso se debe hacer colectivamente. Siempre hay que mejorar. Una comete miles de errores, todo lo que tú quieras, pero lo que sí es claro es que la causa sigue. Quizá es por eso yo no logro comprender por qué filtrar toda esa cuestión, porque ¿sabes?, aunque yo haya estado completamente equivocada, ¿por qué ese daño a la causa? ¿Crees que la divulgación de estos hechos perjudica a la causa? 

-A lo menos, nos tiene dando explicaciones, cuando deberíamos estar hablando de los indultos que sí es gravitante, porque que salgan libres los genocidas define la profundización de la impunidad. En los medios se habla de los pobres viejitos en la cárcel y no de las mujeres que han envejecido sin encontrar a los suyos ¿y ahora estamos en esto? ¿Qué es eso de 12 personas pidiendo mi renuncia, de las cuales solo dos son familiares y que una de ellas vive hace 30 años afuera y otra que no va hace mucho tiempo a las asambleas? No son las formas. El gobierno anterior no hizo nada y el cierre de Punta Peuco a última hora fue una vergüenza, siento rabia por eso. Pero este es el gobierno donde están los genocidas ¿A quién le sirve esto? Yo le digo a los que hablan como “testimonios anónimos”: Háganse cargo. Si creen que hay que demostrar algo, háganlo con nombre y dando la cara. 

-Cómo dirigenta, ¿crees que hay algún aprendizaje para ti en lo que pasó? 

-El aprendizaje es permanente. El primero, es que debí haber tratado este tema con el directivo antigüo. Esto no habría pasado. Pensé que era bueno que lo hiciera el nuevo. Error. No borremos todas las autocríticas y todos los aprendizajes, pero dentro de la organización, de afuera no pueden venir voces a pedir renuncias cuando no son parte de ella. Si lo hacemos mal, necesitamos más fuerza. Si estamos aislados, de todos es la responsabilidad que salgamos de ese aislamiento. Es una tarea de todos y de todas. 

*Alejandra Matus - The Clinic.cl

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