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CORTE SUPREMA APRUEBA PEDIR EXTRADICIÓN DE CORONEL EN RETIRO SERGIO JARA CONDENADO POR CRIMENES DE LESA HUMANIDAD

12.09.2018 23:23

Corte Suprema aprueba pedir extradición de coronel en retiro condenado por crimen de lesa humanidad

Sergio Francisco Jara Arancibia fue capturado en Mar del Plata, Argentina.

La Corte Suprema declaró procedente solicitar a Argentina la extradición del coronel de Ejército en retiro, Sergio Francisco Jara Arancibia, condenado a 10 años y un día de presidio como autor del delito de homicidio calificado de los dirigentes socialistas Absalón del Carmen Wegner Millar y Rigoberto del Carmen Achú Liendo, perpetrados el 13 de septiembre de 1973, en San Felipe.

Según consigna El Clarín, en fallo unánime (causa rol 16.808-2018), la Segunda Sala del máximo tribunal del país, integrada por los ministros Hugo Dolmestch, Carlos Künsemüller, Lamberto Cisternas, Manuel Antonio Valderrama y Jorge Dahm, acogió la solicitud del ministro en visita Jaime Arancibia Pinto para la extradición del ex oficial, detenido por la policía argentina en la ciudad de Mar del Plata.

“Que de acuerdo a lo pactado en los artículos I y III de la Convención de Extradición de Montevideo, suscrita el de 26 de diciembre de 1933 en la Séptima Convención Internacional Americana, que fue ratificada por Chile el 2 de febrero de 1935 y por la República Argentina, el 29 de febrero de 1956, para que proceda la extradición de una persona que se encuentra en territorio del otro Estado, es menester que el Estado que lo reclama tenga jurisdicción para juzgar los hechos delictuosos que se imputan al requerido, que esos hechos tengan caracteres de delito y sean punibles por las leyes del Estado requirente y por las del Estado requerido con la pena mínima de un año de privación de libertad; y, que la acción penal y la pena no estén prescritas y que no se trate de un delito político o conexo con aquellos, ni un delito puramente militar o contra la religión”, sostiene el fallo.

La resolución agrega que: “en el caso examinado la pena impuesta por la sentencia ejecutoriada dictada en la causa es superior a un año de privación de libertad, los delitos por los que ha sido castigado son comunes perpetrados en territorio nacional, las penas impuestas no se encuentran prescritas con arreglo a la ley nacional ya que por tratarse de hechos castigados con pena de crimen el plazo para tal efecto es de quince años contados desde que la sentencia se encuentre ejecutoriada y encontrándose el sentenciado en el extranjero, debiendo tener presente además, que en el caso del sentenciado ausente del territorio nacional se cuenta uno por cada dos días de ausencia, para el cómputo del plazo de prescripción, además, la ejecución de la pena no está prescrita en atención a que se trata de delitos de lesa humanidad en contexto de violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos, por lo que debe concluirse que se reúnen las exigencias necesarias para acceder a la solicitud”.

Por tanto, concluye el dictamen, “se declara que es procedente solicitar al Gobierno de la República Argentina, la extradición del ciudadano chileno Sergio Francisco Jara Arancibia, por la responsabilidad que se le imputa en calidad de autor de los delitos de homicidio calificado en las personas de Absalón del Carmen Wegner Millar y Rigoberto del Carmen Achú Liendo”.

* El Clarín

CARTA ABIERTA A SALVADOR ALLENDE: SI USTED VOLVIERA DOCTOR ...

11.09.2018 23:21

Carta abierta a Salvador Allende: Si usted volviera, doctor…

No sé qué espacio tendría, Doctor, en este mundo raro que vivimos ahora. Yo lo tuve muy cerca, en una clase de ética médica. Llegó en su Fiat 125 azul oscuro. Si viera las columnas de coches blindados que vimos pasar tantos años, tan cerca también, tan intimidantes, feroces, con los dientes apretados, con sus fauces de perro. Usted, Doctor, entró amable a la clase. Nosotros estábamos nerviosos. El país no se incendiaba aún. Era su primer año de Gobierno. Habló de cómo los médicos han estado siempre preocupados de la política, la salud, la higiene, planteamientos de índole pública.

Han cambiado mucho las cosas, Doctor, hay gente que aún se mueve como en sus tiempos de agitación, pero son los menos. La mayor parte de la gente parece caminar mirando el piso, soportando la marcha cruel del libre mercado. Como seguramente ha sabido, no hubo socialismo, ni real, por suerte, ni utópico. Sabrá que se vinieron muchas utopías al suelo y quedó solamente en pie el neocapitalismo. O sea, lo mismo de antes pero aplicado a todo, desde el amor a la salud, la educación, el ocio, la fiesta, el trabajo.

La gente hoy se endeuda, no ahorra. El pueblo no existe en los discursos y es, a lo más, una multitud que acude en masa a sembrar de pétalos la marcha del catafalco de un general de Carabineros. No hay movilización aunque la injusticia sea la misma o quizás hasta peor. Hay más dinero pero también hay más deudas. Hay más automóviles, más televisores, más electrodomésticos. Hay muchas tiendas. Se marearía de verlas. Los diarios dicen todos casi lo mismo. “The Clinic”, una extraña revista de humor sarcástico, lo ha dibujado como una especie de superhéroe pop.

La gente, sin embargo, lo admira. Aunque se tiñan el pelo, aunque se vistan de negro y se maquillen pálidos como muertos, aunque estén encaramados en los nuevos buses que como antes están llenos y no se sabe todavía qué hacer con ellos. No hay salud para todos, no hay educación para todos o, por lo menos, si la hay es cara y difícil de sostener, no hay espacio laboral para todos. Hay muchos supermercados y la prosperidad a ratos lo tiñe todo de malls. La gente, cuando se distrae, sale de compras. Las tarjetas de crédito son más importantes que la cédula de identificación. La Visa es más importante que la vida. Los políticos apenas tienen tiempo para decir lo que piensan en los instantes que les concede la televisión, siempre pobres, siempre pocos. No se lleva su oratoria. Se lleva el guiño, la simpatía, una cosa que llaman la farándula. Aquí le habrían hecho entrevistas en “CQC” y sería portada de periódicos populistas que sólo están interesados en la diversión de la ciudadanía. No hay libros para todos. No hay nada parecido a lo que fue Quimantú, los libros son caros y escasos. El tiempo está tomado por los celulares y el internet.

Todo es muy rápido y hasta el ocio es un negocio. La televisión pautea la vida. Quizá lo invitarían a “Tolerancia cero” y serían duros con usted como casi no se usa.

Afuera hay protestas, como en sus tiempos, los camioneros, los estudiantes, el pueblo mapuche. No tienen la resonancia de antes. No hay en el aire la sensación de una revolución inminente. Más bien el cambio es de color de pelo, o de ropa usada, o de disco de moda. Por eso el orador, el gran orador, no tiene sitio. Y menos el romántico utópico. Todo es tan práctico, tan tecnocrático. A ratos eficiente, y se agradece, y cuando no lo es, la gente reclama. Y mucho. Para ser chilenos, esos que usted llamaba los habitantes de un país notarial, casi en exceso.

Lo echamos de menos igual. En el Senado, su estilo, su prosapia, su verbo. Lo silbarían muchos de los que estuvieron en el Gobierno militar, lo aplaudirían hasta los díscolos. Sería extraña su reaparición como senador vitalicio. O como senador fallecido ilustre. Quizá debería reformarse la Constitución y deberían participar algunos espíritus ilustres por votación popular. Y usted, Doctor Allende, sabría mucho más. La experiencia de los muertos no conoce barreras. Seguramente sería más contenido, apasionado pero terriblemente realista. Aun así, sería bueno verlo llegar, de terno, en guayabera, como se le ocurriese. Lo esperamos, Doctor, que los muertos tienen mucho que decirnos a los que nos hacemos los vivos.

* Marco Antonio de la Parra es médico psiquiatra, escritor y dramaturgo chileno - El Clarin.cl.

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