1973: ¿CONTEXTO, EXPLICACIÓN O JUSTIFICACIÓN?

24.09.2018 00:43

1973: ¿Contexto, explicación o justificación?

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos es una de las medidas de reparación que resultan de los informes de los comisiones de Verdad y Reconciliación (Rettig) y sobre Prisión Política y Tortura (Valech), luego de haberse reunido las evidencias y verificado, acreditado, comprobado, los crímenes de lesa humanidad cometidos por funcionarios/as del Estado, para que nunca más el Estado volviera a usar las armas, que la ciudadanía le confió a sus Fuerzas Armadas y Carabineros, en contra de su propio pueblo.

Bajo esa autoridad impuesta, actuaron personas contratadas por el Estado, con financiamiento fiscal, siguiendo una política de gobierno; con la anuencia, además, de las fuerzas políticas que apoyaron, luego del el golpe de Estado, la instalación de la dictadura.

Además de los uniformados, se sabe, hay culpables directos, cómplices, encubridores, cómplices pasivos y disidentes. También hubo mucha desidia y mucho miedo, en momentos en que fue mejor no saber, no creer, no preguntar. Flojera moral. En ese contexto (es decir: bajo dictadura) se violaron los derechos humanos. Junto a episodios macabros, también los hubo de maravillosa dignidad. ¿Por qué no conocerlo?

 

Nabila Rifo fue golpeada en la cabeza con dos bloques de concreto y luego el hombre le sacó los ojos con un objeto punzante. ¿Se necesita mayor explicación para considerarlo inaceptable? Un hombre de 30 años castigó hasta matarlo a su hijastro de cinco años por haberse orinado en la cama. ¿Es necesario un contexto para convencerse de que es inaceptable? Aunque parezca sensacionalista, brutalidades de ese nivel de horror cometió la dictadura. Y muchos no saben, no quisieron saber ni creer ni preguntar. Aún es tiempo: nunca es tarde para decir nunca más.

 

Afortunadamente, para la mayoría, ya pasó ese momento en que pudo ser mejor no saber, no creer, no preguntar. No hay excusas para ello. Pero a raíz de la polémica desatada por las declaraciones de dos personeros -actualmente de derecha- nos enteramos que buena parte de la dirigencia de la derecha nunca han visitado el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Opinan sobre algo que no conocen. Y si no han hecho una visita, como sí lo hacen miles de estudiantes, prefiero no preguntar si habrán leído la abundante literatura al respecto, empezando por los dos Informes básicos mencionados arriba.

Es gente que se considera de Estado.

No hay excusa para no saber, no creer, no preguntar. Sucede, entonces, que algunos/as simplemente no quieren saber. Prefieren los beneficios de la ignorancia, a pesar de lo limitados que son esos “beneficios”. Sin saber, todavía podrían no creer. Pero hoy pueden saber y preguntar. ¿Cuántas veces habrán escuchado la verdad e insisten en el error y en “desmentirla” retóricamente? Eso se llama contumacia: no reconocer el error e insistir en la equivocación; en este caso, los horrores de una dictadura.

Nadie les pide que piensen distinto, que no sean “consecuentes” o que dejen de ser “de una sola línea”; pero reconozcan lo que ya está establecido. Sin negacionismo, ayuden a esclarecer los casos pendientes: mientras haya una persona desaparecida su situación seguirá siendo un tema del presente. Eso no tiene justificación. Ayuden a preguntar: ¿dónde está, qué pasó, quién le vio por última vez? El espejo no muerde. Uno se puede liberar de la vergüenza.

Si para mayor comprensión tuviésemos que ejemplificar con crímenes particulares –también horrorosos- y no con aquellos masivos (de Estado, violaciones a los derechos humanos), la cotidianidad nos espanta, especialmente en casos de violencia contra la mujer y la niñez.

Nabila Rifo fue golpeada en la cabeza con dos bloques de concreto y luego el hombre le sacó los ojos con un objeto punzante. ¿Se necesita mayor explicación para considerarlo inaceptable? Un hombre de 30 años castigó hasta matarlo a su hijastro de cinco años por haberse orinado en la cama. ¿Es necesario un contexto para convencerse de que es inaceptable? Aunque parezca sensacionalista, brutalidades de ese nivel de horror cometió la dictadura. Y muchos no saben, no quisieron saber ni creer ni preguntar. Aún es tiempo: nunca es tarde para decir nunca más.

Nada justifica las atrocidades. Explicaciones sobre el origen de cada hecho histórico puede haber muchas y ojalá sean de un nivel pertinente para tomarlas en serio; pero las atrocidades –que podrían enumerarse- hablan por sí mismas como ejemplos de lo que no debe ser permitido por la humanidad. Por ello se construyen los museos de la memoria y los derechos humanos. 

* El Mostrador - Opinión - Jorge Montealegre Iturra